sábado, 10 de octubre de 2009

Entrevista en la Revista Pueblos: Es necesario refundar la izquierda



Pueblos. Revista de información y debate
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Manuel Monereo: “Es necesario refundar la izquierda”
PUEBLOS Nº 39 - SEPTIEMBRE DE 2009 - MIRADAS: ELECCIONES EUROPEAS / Aloia Álvarez Feáns
Viernes, 2 de octubre de 2009
/ Revista Pueblos
Es politólogo, abogado laboralista, director del Área Política de El Viejo Topo, miembro del patronato de la Fundación de Investigaciones Marxistas y, sobre todo, militante histórico de una izquierda que, según él, precisa de una verdadera reconstrucción. Ha formado parte de la directiva de Izquierda Unida y hoy se congratula de ser “simplemente militante de base” de dicha formación. En esta entrevista, Manuel Monereo Pérez nos ofrece su nada halagüeña valoración de las recientes elecciones al Parlamento Europeo en el Estado español; traza el perfil de una izquierda con “poco coraje moral”, a la que invita a la “convergencia y la unidad en la acción”, y nos anima a tomar las calles.

El pasado mes de junio se celebraron elecciones al Parlamento Europeo en los 27 países que conforman actualmente la UE. Para empezar, nos gustaría que nos hicieses una valoración general sobre los resultados de estas elecciones. ¿Qué dato destacarías?

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Foto cedida por El Viejo Topo

La primera cuestión que aparece con claridad es la enorme abstención, que sigue creciendo; y aquí hay un aspecto paradójico, porque desde el punto de vista político- práctico los temas de Europa son mucho más importantes de lo que la ciudadanía cree, ¿Por qué? Porque España, de facto, ya no es un Estado-nación sino que cada vez más, sobre todo desde el punto de vista socieconómico, es una comunidad autónoma de Europa. Pero la gente siente cada vez más los temas de Europa como lejanos y negativos y este alejamiento se da en España en un contexto en el que aparecen tres elementos clave: una lenta decadencia del PSOE (la crisis económica ha afectado profundamente a su estabilidad); un ascenso seguramente menor de lo esperado del PP (es decir, la ciudadanía se abstiene y no parece que haga una valoración muy positiva de ninguna de las dos formaciones) e IU, que es donde yo me inscribo, sigue sin ser un referente de la izquierda social del país, sigue apareciendo sin perfil propio, sin capacidad de recoger el discurso crítico de la ciudadanía ante la opción bipartidista. Hay una especie de crítica global al bipartidismo y a los grandes partidos, pero no hay nadie, ni a la izquierda ni a la derecha, que sea capaz de recogerlo; con, quizás, dos fenómenos nuevos, que son el partido de Rosa Díez, que se ha convertido en la tercera fuerza en más de 30 provincias; y que las expectativas de fuerzas a la izquierda de IU también han aparecido muy bajas, dejando a un lado el fenómeno de Euskadi, donde el voto de HB aparece en este caso apoyando a Iniciativa Internacionalista.

Esa lejanía de los/as ciudadanos/ as deriva probablemente, en parte, de la desinformación. Esa paradoja de la que hablas, ¿podría estar alimentada desde las altas instancias? ¿Cuanto menos se sepa, mayor margen de maniobra?

De algún modo sí. Europa es siempre la gran justificación. Hay un mecanismo perverso: Europa es una construcción básicamente antidemocrática y eso permite que se puedan hacer en conciliábulo políticas que la ciudadanía no conoce y que se acaban imponiendo casi como un hecho natural. Hay un autor francés, Jacques Sapir, que dice que la característica de la construcción europea es la naturalización de la economía de mercado y, en segundo lugar, la despolitización de la política económica, que se deja en manos de los expertos. Son los economistas los que definen las grandes opciones, y los demás son los que definen las leyes de lo posible. La política se hace en las leyes de lo posible y es la expertocracia tecnocrática de Bruselas la que nos dice lo que hay que hacer; se acota el terreno de lo político a lo que dejan los poderes fácticos. Europa es básicamente la administración de los grandes negocios transnacionales y se ha ido perdiendo la esencia de lo que ha sido el Estado-nación en los últimos 100 años, la democracia social, la única que conocemos, con todos sus agujeros negros, claro. Se han ido cortando los poderes al Estado-nación y se han trasladado a un organismo europeo y al final lo que queda de Europa es lo que nos deja el Banco Central Europeo, un organismo independiente de la política y la ciudadanía; es decir, un desastre económico y social para la gente de abajo. Hemos cedido nuestra soberanía económica a un poder incontrolado democráticamente, controlado por las fuerzas del mercado, las grandes transnacionales, en un momento, además, de crisis especialmente grave.

¿Y la izquierda? ¿Dónde se sitúa en esta coyuntura?

La izquierda y los movimientos sociales tienen que ir definiéndose ya. Hasta ahora hemos venido defendiendo un guión en la izquierda que venía a ser lo siguiente: construyamos los Estados Unidos de Europa y refundemos la UE. Hemos permanecido más o menos callados sobre las pérdidas de soberanía de los Estados-nación pensando que eso iba a dar como resultado una especie de Estado federal europeo; y eso no se va a alcanzar. Entonces, ¿qué hacemos? Con esta estructura de la UE nunca veremos un proceso constituyente democrático. Unos y otros hemos ido orillando este problema ante la llamada globalización capitalista, por un lado, y ante el propio proceso de integración. Ahora bien, lo que se está demostrando son dos cosas: que no hay más democracia que la del Estado-nación y que los procesos de integración europea son sustancial y radicalmente antidemocráticos. No sé si tendremos ya que pensar que esta Europa no tiene solución y que hay que pensar en otra Europa y en un repliegue hacia el Estadonación. Pero hay un problema, y es que en el proceso de construcción europea se ha avanzado mucho, sobre todo con el euro, y esa es una situación dramática en función del tiempo que dure la crisis. Si la crisis económica, como algunos pensamos, viene para quedarse, eso va a poner en cuestión este modelo de construcción europea y ya veremos cuál va a ser la salida. Pero eso también va a obligar a la izquierda política y social europea a plantearse que esta Europa tal como está concebida es contraria a los intereses de los trabajadores y los ciudadanos.

Vamos a concretar un poco más, ¿cómo valoras los resultados de los partidos de izquierda en el Estado español?

En concreto el resultado de IU es muy malo en unas elecciones que son muy cómodas para esta formación. No estoy de acuerdo con la lectura “moderadamente positiva” de la dirección de IU sobre estos resultados. Creo que son muy malos por dos razones. Una, son los resultados de unas elecciones donde el bipartidismo no juega con la misma fuerza que en unas generales o municipales, y dos, el sistema electoral es casi proporcional al ser una circunscripción única, y eso ha permitido que IU, habiendo bajado en votos y porcentaje, siga manteniendo dos diputados. Demuestra que en una situación de gravísima crisis económica IU no levanta cabeza. Pero es que no levanta cabeza tampoco la izquierda a su izquierda, es decir, las expectativas que se habían puesto sobre Izquierda Anticapitalista e Iniciativa Internacionalista, más allá de Euskadi, no han tenido reflejo, lo que nos obliga a una reflexión sobre la enorme debilidad de la izquierda social en este contexto político. La crisis ha llegado con un desempleo dramático, pero eso está teniendo más una lectura hacia la derecha y la conservación que hacia la izquierda, y ese es el gran debate que tenemos que tener ahora.

¿Cómo lo iniciarías?

La cuestión es asentarse bien en la realidad del país. Creo que en general la izquierda social española tiene una mala lectura del país y los trabajadores. Ahora que el patrón de crecimiento ha entrado en crisis podemos ver con claridad que este patrón, que nos ha llevado a un ciclo de crecimiento de 13 años, ha tenido efectos devastadores en la conciencia de la clase obrera. Más allá de lo crítico que se pueda y deba ser frente a la izquierda sindical, que ha tenido pocas luces en este proceso, es cierto también que se da en un contexto en el que gran parte de los trabajadores de este país se han sentido perfectamente integrados en este modelo de crecimiento. Eso es lo que hace que llegue la crisis y que la clase obrera reaccione más en clave conservadora que alternativa y que no haya una respuesta social de combate frente a la crisis, sino más bien de miedo y pérdida de referentes. Esto es lo que refleja el mapa electoral.

Quizás por este motivo es altamente improbable que planteamientos como el del decrecimiento económico cuajen en la ciudadanía... ¿Qué opinas?

Plantearse en un momento en el que hay un decrecimiento real el decrecimiento como estrategia tiene poco que ver con esa clase obrera y estos jóvenes que de una u otra manera se han visto plenamente integrados en este patrón de crecimiento que ha entrado definitivamente en crisis. ¿Qué ocurre? Que cuando a la izquierda del PSOE no ha habido nada serio desde el punto de vista social y político, y llega la crisis, la primera reacción que tiene la clase obrera es el miedo y el conservadurismo.

¿Cuál es la situación actual del Tratado de Lisboa?

Ahora mismo están, ante el asombro general, intentando que Irlanda repita el referéndum en octubre para poder aprobar el Tratado de Lisboa como mecanismo para darle una cierta continuidad a lo que se llama la gobernanza europea. Uno de los mecanismos que ha empleado Europa para impedir la política democrática ha sido la ampliación hacia el Este, que la izquierda, estúpidamente, como hace siempre, consideró que era positiva. En una Europa de 27 es cada vez más difícil tomar las decisiones y los aspectos más desreguladores y mercantilistas son los que se imponen. Esta Europa es ingobernable desde el punto de vista democrático, y eso hará que la gobernanza no democrática sea lo que se imponga. Lo que ha ocurrido es que la crisis también pone en crisis la ampliación hacia el Este. Prácticamente todos los países del Este están quebrados en este momento, lo que se ha agravado por el ingreso en la UE.

Parece inevitable hablar de crisis en estos momentos. ¿Cuáles son tus perspectivas al respecto?

En esta coyuntura, dada la correlación de fuerzas, claramente favorable a las clases dominantes, es evidente que se va a agudizar el conflicto de clases. Los gobiernos se han endeudado enormemente para salvar a la banca y a los ricos practicando políticas intervencionistas, y eso resta mucho margen de maniobra a los Estados para una política más audaz de salida de la crisis. Las clases dominantes van a intentar que los trabajadores paguen la factura, la posición de la patronal española es en eso evidente. Plantea cosas que son las líneas maestras de una política de fondo que tarde o temprano aparecerá en la UE, como políticas de la Comisión y de este Parlamento que acaba de salir: abaratar más el despido de los trabajadores, flexibilizar más el mercado de trabajo; reducir los derechos sociales, fundamentalmente de prestaciones al desempleo; e intentar intervenir en la seguridad social. Al final, el mecanismo es el mismo: golpear los derechos sociales y laborales y darle más peso al capital financiero, que nos ha llevado a esta situación de crisis. Esta crisis puede ser la salida del neoliberalismo hacia la izquierda pero también hacia la derecha, y desde el recetario neoliberal se están imponiendo cada vez políticas más derechistas.

Sin querer caer en teorías de la conspiración, es evidente que quienes manejan esta globalización neoliberal conocen los terribles impactos que tienen sus políticas sobre la mayor parte de la humanidad, pero parece que los consideran como “daños colaterales”. ¿Qué podemos hacer nosotros/as frente a esta realidad?

Mira, decía Lenin, con mucha inteligencia, que no hay política sin conspiración, aunque no todo en la política lo sea. Sí, se está conspirando contra los pueblos, pero quien organiza esa conspiración no está en un lugar cerrado lleno de humo... se conspira contra los pueblos en los grandes centros de poder económico, abiertamente. Se está diciendo que esta crisis, que es una pérdida de poder de los trabajadores, la tienen que pagar ellos. El “fracaso” de una política no mide que sea verdadera o falsa sino si tiene fuerza social para imponerse o no. Estamos viviendo la crisis de la globalización neoliberal pero eso no significa que sea su fin, simplemente puede terminar siendo una especie de suspensión y de recomposición de políticas aún peores. Sin una resistencia organizada de los trabajadores en la calle y en las instituciones no caerá el neoliberalismo, porque la política siente horror al vacío. Si los de abajo no reaccionan, se organizan y proponen una alternativa política no vamos a ningún lado. Lo que demuestran estas elecciones europeas es que la izquierda social no tiene una política a la altura de lo que requiere esta situación. Lo mas dramático ha sido en Italia y España, pero es una situación tremendamente preocupante para toda la izquierda europea. Hay países, como Grecia, Dinamarca, Portugal, Francia, hasta cierto punto Alemania, Holanda..., en los que la carencia de una alternativa es notable, pero hay capacidad de resistencia y propuesta. El problema en España e Italia es que no tenemos ni capacidad de resistencia ante esta situación. Yante eso, lo que nota uno en la izquierda, y yo soy militante de base de IU, es la falta de coraje moral y de rigor del conjunto de la izquierda “transformadora” para enfrentar esta nueva fase. Creo que el momento obliga a dar un movimiento de reconstrucción de la izquierda y lo que se ve es una falta absoluta de capacidad para poner en pie un programa alternativo, de convergencia y unidad en la acción, para dar una respuesta positiva a esta situación. Es necesario refundar la izquierda en base a un programa común para la acción común. Si no retomamos la calle y la movilización social no va a haber ninguna recomposición de la izquierda. No creo que en España haya fuerza para hacer la revolución, pero sí para generar un polo alternativo en la sociedad que sea un referente para la gente.


Redacción Pueblos. Esta entrevista ha sido publicada en el nº 39 de la Revista Pueblos, septiembre de 2009