viernes, 20 de mayo de 2016
viernes, 15 de abril de 2016
Andrés Bódalo, la resistencia de una clase que se niega a morir
"... El problema real es que el modelo de Andalucía construido por el PSOE está agotado y empiezan a aparecer síntomas de crisis. En este contexto, la represión se convierte en algo funcional y nada episódico. La gravedad del encarcelamiento de Andrés Bódalo es que señala el inicio de una nueva etapa, de una nueva relación entre el PSOE andaluz y el movimiento jornalero, basado en el autoritarismo, la limitación de los derechos laborales y sociales y la reducción de los servicios públicos. Para leer artículo completo pinchar el enlace"
Andrés Bódalo, el pasado día 30 , cuando fue detenido por la policía para ser conducido a prisión. / J. M. Pedrosa (Efe) |
La estrategia de Sánchez. Dificultades del partido del régimen
"...Ahora parece que la fiesta se acabó y empieza lo duro. Se puede decir
que la estrategia de Pedro Sánchez ha sido muy coherente con la
tradición del partido de Felipe González y con las posibilidades que
brindaba una realidad nada fácil de gobernar.
La fortaleza del
secretario general del PSOE ha sido no aceptar las propuestas de un
gobierno de concentración y unidad con el Partido Popular y polarizarse
con la derecha para impedir el triunfo de Podemos. Aquí aparece una
contradicción que ha gobernado y gobernará este interregno que nos encamina hacia nuevas elecciones.
Tanto el PP como el PSOE se oponen, desde su autonomía relativa, a las
directrices que vienen de los poderes económicos y que representa como
nadie Ciudadanos, su partido. Su propuesta es clara: todos contra
Podemos para asegurar la enésima restauración borbónica en nuestro país."
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El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en 2014. / Álvaro Minguito |
Francia, noches que dan luz
"Lo específico en esta fase —empieza a ser ya una tradición en la UE— es que lo que no pudo hacer la derecha, lo está intentando hacer la izquierda que sobrevive en torno a François Hollande. El “sacrificio”, el “suicidio” del socialismo francés demuestra hasta qué punto las élites y los aparatos partidarios están, no solo apartados, sino contra su pueblo, contra sus gentes, sus derechos, su futuro. La política que ha hecho Hollande no se atrevió a hacerla Sarkozy y, sobre todo, después de los atentados puede terminar poniendo en peligro la viabilidad de Francia como Estado, pueblo y nación".Leer artículo completo en el enlace
Miembros del movimiento indignado francés, bautizado como ‘Noche en pié’, ayer, durante una asamblea en la Plaza de la República de París. / Ian Langsdon (Efe) |
lunes, 16 de noviembre de 2015
Portugal, el segundo ensayo
Celebración de la izquierda de la moción de rechazo al primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, el pasado martes, 10 de noviembre. / Miguel A. Lopes (Efe) |
Vivimos en la excepción y no en la
normalidad. La fase va a estar marcada por la inestabilidad, el
conflicto y el cierre en falso de crisis abiertas o por abrir. No es
exagerado lo que digo, llevamos así desde el 2007 y muchos
observadores avizoran en el horizonte una nueva crisis financiera
internacional. ¿Catastrofismo? Para nada. No está escrito en las
estrellas que del mal venga garantizado el bien y con ello la
redención.
Lo que está pasando en el vecino
Portugal es todo menos normalidad. Un presidente de la república que
impone un gobierno sabiendo que pronto caerá (como así ha sido) y
que lanza una filípica contra la catástrofe geopolítica y hasta
cósmica de un gobierno de izquierdas. Un Partido Socialista que,
contra todo pronóstico, abre un proceso de negociación con el
Bloque de Izquierdas y, sorpresa mayor, con el Partido Comunista. Lo
del Bloque parecía previsible pero no probable; en la campaña
electoral este partido mostró su disponibilidad para llegar a un
acuerdo con las demás fuerzas de izquierda, siempre que hubiese un
rechazo claro y nítido a las políticas austericidas de la Troika.
Lo del PCP es, por decirlo de alguna manera, singular y, en muchos
sentidos, excepcional. El ‘proyecto patriótico e
internacionalista’ de los comunistas portugueses le había
enfrentado con muchísima dureza al Partido Socialista y, en parte,
al Bloque de Izquierdas. ( Continúar leyendo aquí -->)
jueves, 5 de noviembre de 2015
Recuperación regresiva o recuperación progresiva: la necesidad de un nuevo modelo productivo y de poder
Se han hecho muchos análisis para
entender el largo ciclo de acumulación capitalista en España desde
1994 al 2007. No hay demasiadas cosas que añadir. Querría fijarme
ahora en algunos aspectos que, aunque conocidos, hay que tenerlos en
cuenta para el nuevo papel que va a jugar España en la división del
trabajo que se está configurando en la Unión Europea y,
específicamente, en la zona euro. Los rasgos a los que me voy a
referir ya existían en la anterior etapa y, a mi juicio, se
agravarán en el futuro. La tesis que se defiende es que la
recuperación regresiva que estamos viviendo va a acentuar todas las
malformaciones y debilidades estructurales de nuestra economía y que
es necesaria una nueva política y un cambio en las relaciones de
poder existentes en nuestro país.
Hablar de recuperación regresiva es
jugar conscientemente con elementos aparentemente contradictorios;
como suele decirse, lo contradictorio está en la realidad y no en
los conceptos que empleamos. En el anterior ciclo, desde 1995 al
2007, en el momento de su máximo esplendor, se daban cinco rasgos
que, de una u otra manera, siguen presentes en nuestra realidad y que
vienen para quedarse:
El enorme crecimiento de las
desigualdades sociales, de género y territoriales.
La estabilización de la pobreza en
torno a un 20% —hay que subrayarlo— en momentos de crecimiento y
de máxima generación de empleo.
La precarización general de las
relaciones laborales.
La destrucción sistemática del
medio ambiente.
La corrupción como sistema y como
requisito estructural del modelo económico vigente.
Todo esto en un entorno general de
dependencia económico-financiera y de subalternidad política
creciente del Estado español.
Estos cinco rasgos, donde el problema
de la deuda privada que deviene en pública va a seguir siendo
fundamental, se han agravado con la crisis, pero —y es lo
fundamental— configuran ya el tipo de modelo productivo que han ido
configurando las políticas de crisis, eso que se ha venido a llamar
políticas de austeridad. (Seguir leyendo aquí -->)
domingo, 18 de octubre de 2015
Después de diciembre viene enero:unidad para la alternativa
Para Javier Aguilera Galera
nuestro hombre en ‘La Guita’
nuestro hombre en ‘La Guita’
En la izquierda, la división es la
norma y la excepción la unidad. Por decir estas cosas algunos de
nosotros hemos sido duramente criticados y descalificados. Lo que
queríamos decir era relativamente simple: hay motivos objetivos y
subjetivos para la división; la centralidad es siempre la política,
el proyecto, el programa. Cuando, además, la motivación básica es
la electoral, la cosa es siempre más difícil. No parece demasiado
exagerado, creo.
La alianza Podemos-IU nunca fue fácil.
De un lado, Podemos surgió, en un cierto sentido, de IU y
rápidamente ocupó su espacio político. Podemos es un embrión de
partido, trabajosamente está definiendo una identidad y con enormes
dificultades está construyendo una organización sin un equipo
dirigente consolidado y articulado. De otro lado, IU vive una
situación muy contradictoria. En cierto modo se siente golpeada por
la historia en forma de Podemos. Conviven dos modos de enfocar el
momento, unos ponen el acento en los errores propios, en las
equivocaciones, en los fallos de dirección política, y otros buscan
explicaciones autojustificadoras poniendo el acento en el enemigo
externo, cosa que siempre funciona bien en una fuerza que se ha
construido en la resistencia, y que vive en una travesía de desierto
casi permanente.
Podemos e IU tienen que definirse y
redefinirse en un ciclo electoral marcado por la crisis del régimen
del 78 y por un proyecto restaurador que se acelera. Desde enero,
Podemos ha sido enormemente golpeado por los poderes de una casta que
expresa una ‘trama’ firmemente empeñada en controlar nuestro
futuro colectivo. A ello Podemos ha resistido no demasiado bien. A
los conflictos internos embrionarios le ha seguido una pérdida
notable de dirección política y de tensión político-organizativa.
El discurso fresco, audaz y de oposición de las europeas se ha ido
progresivamente desarticulado en el contexto de unas elecciones
(andaluzas, autonómicas, municipales, catalanas) que eran las más
difíciles para un partido joven y en construcción.
IU se ha encontrado ante una situación
que le ha obligado a cambiar de discurso y de estrategia en medio del
ciclo electoral. Las elecciones municipales y autonómicas se
hicieron en clave identitaria: fueron un fracaso político. Es cierto
que los resultados en las municipales ponían de manifiesto que IU
sigue siendo una organización sólida, a pesar de la orientación
prevaleciente en su dirección. Constatado el fracaso, se puso tarde
y mal al frente de la operación a Alberto Garzón, siempre tutelado
por la dirección real de IU. El cambió fue sustancial pero, al
final, de lo que se trataba era de sobrevivir como organización y
hacerlo con dignidad. No era fácil.
En una coyuntura tan compleja como la
actual, la metodología unitaria ha sido, desde el principio,
inadecuada. No se puso el acento en las dificultades de la
negociación, se crearon falsas expectativas y los mecanismos de
gestión de los conflictos fueron muy pobres. De hecho, fue un debate
entre Alberto y Pablo, que no conocemos bien y al que le faltó
política. Se empezó por lo último y se terminó mal. Situar como
prioritario el debate sobres listas electorales y la colocación en
las mismas no ayudó demasiado. Ahora pagamos las consecuencias.
La unidad, y sobre ello la experiencia
histórica es inmensa, resulta casi siempre un proceso complejo,
trabajoso y, a veces, duro, muy duro; insisto proceso, es decir,
acuerdos, desacuerdos, conflictos, marchas atrás, marchas hacia
adelante. La vida misma. Hay muchas formas de unidad: la
programática, la electoral, la estratégica. Mas allá de los juegos
florales en torno a la nueva o la vieja política, la unidad
electoral era, aquí y ahora, la más difícil, partiendo de la
realidad objetiva de lo que hoy es Podemos y lo que hoy es IU. Ser
realista no es pedir lo imposible sino hacer posible lo que hoy
parece imposible y eso significa una dirección política capaz y
cohesionada y objetivos políticos claros.
Hemos discutido mucho de la unidad
popular y del partido orgánico. Ha sido, hoy se ve con claridad, un
debate abstracto, mala teoría en su sentido más genuino, a saber,
guía para la acción práctica que tiene como objetivo la
transformación de la sociedad, sabiendo, hay que subrayarlo, que la
historia avanza a saltos, combinando períodos de normalidad y de
excepción. Lo peor de esta coyuntura político-social es que
llegamos a ella con un potencial subjetivo débil, con una dirección
política inexperta y sin un proyecto alternativo a la altura de los
tiempos, con apoyos orgánicos nada firmes y una movilización
menguante. El tiempo transcurrido no ha mejorado la situación,
corriéndose el riesgo, cada vez más evidente, de que los que mandan
y no se presentan a las elecciones nos impongan una nueva
transición/restauración oligárquica en nuestro país. Esta
cuestión era y es la decisiva. Debería haber sido el centro del
debate.
¿Había otra alternativa? Siempre la
hubo y la sigue habiendo hoy. Primero, reconocimiento mutuo, como
fuerzas aliadas en el objetivo común de avanzar hacia la ruptura
democrática en nuestro país. Segundo, situar la política en el eje
de la discusión y que el debate fuese más allá de las propias
organizaciones. Esto significa tener un análisis consensuado y una
propuesta política-programática, en la medida de lo posible,
unitaria. Tercero, la unidad electoral no es la única posible;
nuestro sistema electoral, es cierto, requiere acuerdos entre las
fuerzas políticas alternativas; muchas veces, las más, la unidad
suma y hasta multiplica; esto es verdad, pero no es siempre posible.
Unidad de acción, acuerdos programáticos e iniciativas comunes
podían ser posibles sin necesidad de ir juntos en una misma plancha
electoral. Se dirá que estas son propuestas ilusorias. No lo creo,
ejemplo: IU y Podemos irán juntas en Cataluña y Galicia y en las
demás parte del Estado separadas: ¿Son elecciones normales para la
izquierda?.
Ahora hay que gestionar la derrota de
la unidad, es decir, de las percepciones creadas y ahora defraudadas.
Los unitarios de cada lado son los que pierden y los ‘duros’ los
que vencen. Lo que viene, si no se sabe evitar, va a ser complicado:
una guerra cainita entre dos formaciones políticas en un espacio
político electoral que amenaza con disminuir y que puede hacerlo aún
más. El ‘enemigo’ será el más próximo y, mientras, la
recomposición de las fuerzas del sistema avanza aceleradamente y las
organizaciones alternativas pierden fuerza y capacidad para actuar
como sujeto político autónomo. Todo el poder para las élites
económicas, políticas y mediáticas: una crisis que comenzó por
abajo y por la izquierda pasa ahora a ser reconducida, dirigida, por
arriba y hacía la derecha.
Después de diciembre, llegará enero.
Todos sabemos que lo que pase en enero estará muy marcado por los
resultados electorales. Sabemos una cosa con certeza: nada será
igual como antes, la anormalidad seguirá siendo la norma y todo,
todas y todos, serán cuestionados. En el centro el ‘Partido
orgánico’: iniciar los pasos hacia la creación de una gran fuerza
demócrata-socialista, republicana, ecofeminista, con voluntad del
gobierno y de poder. El futuro se construye hoy.
Publicado en Cuarto Poder
Publicado en Cuarto Poder
Ya está en la librerías: Por un nuevo proyecto de país
¿Qué país queremos construir? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué obstáculos
encontraremos en el camino? Manolo Monereo y Héctor Illueca abordan en
este libro una serie de cuestiones de capital importancia en la actual
coyuntura histórica. Con implacable lucidez, los autores argumentan que
los poderosos han capturado al Estado y lo han puesto a su servicio,
erigiendo una trama compacta y sin fisuras de poder económico, mediático
y político, en complicidad con el establishment alemán y perfectamente
articulada en el proceso de construcción europea.
Mas información en Viejo Topo |
lunes, 12 de octubre de 2015
Después de las elecciones en Cataluña, necesitamos un nuevo proyecto de país
¿Estamos interiorizando la derrota?
Creo que sí. Las señales empiezan a estar ahí. Parecería que la
única lección que se saca de las elecciones catalanas es el fracaso
de Catalunya sí que es pot, derivadamente, de Podemos y, más allá,
de Pablo Iglesias. Si el primer intento serio de unidad es percibido
como derrota, si no se explica bien, lo que viene después es
conocido, la lucha, el combate por la unidad ya no tendría sentido
y que cada cual debería buscarse su propio nicho electoral, aunque
sea a costa de un conflicto muy serio en un mismo bloque político-
social .
Asombra el coyunturalismo y el
electoralismo ciego. Hay diversas maneras de entender e interpretar
los resultados de las elecciones en Cataluña. Yo no lo voy a hacer
ahora, tiempo habrá. Solo prestar atención en sus consecuencias
para el conjunto de
Es seguro que, tanto la dirección de
Catalunya sí que es pot como la de Podemos, eran plenamente
conscientes de que ésta era la gran dificultad a vencer. Hay que
reconocer la derrota, discutir a fondo sus causas, los errores
cometidos y, sobre todo, rectificar la línea principal, a saber:
no ser como ellos, diferenciarse y hacer una propuesta comprensible
para la mayoría de la sociedad. Las victorias van, casi siempre,
precedidas de derrotas y sabemos perfectamente que las únicas
batallas que se pierden son las que no se dan. Las elecciones
catalanas deberían de dar para mucho y no quedarse en el puro y
simple partidismo de los que siempre están dispuestos a aprovechar
la valoración de unos resultados electorales para justificar el
sectarismo y la prepotencia.
Se está olvidando lo fundamental, que
podría plantearse del siguiente modo: las elecciones en Cataluña,
¿favorecen la restauración o contribuyen a la ruptura? Este debería
ser el criterio básico de evaluación. La resultante es
contradictoria y con su punto de ambigüedad. Es cierto que la crisis
del régimen se acentúa y que la llamada “cuestión catalana” va
a estar ahí como problema real durante mucho tiempo. También parece
evidente que el anunciado avance electoral de Ciudadanos nos dice que
el régimen ha sabido fabricar una fuerza de recambio y que ya existe
una derecha alternativa al PP, que le disputará el centro al PSOE;
el partido de Pedro Sánchez no se hunde y, lo fundamental para
ellos, sigue por delante de Podemos. Analistas de diverso signo han
puesto el acento en la profunda y duradera fractura de la sociedad
catalana; visto desde la distancia -que como antes se dijo es algo
más que espacio- lo sobresaliente sería que por primera vez el voto
despectivamente llamado “españolista” no solo se moviliza en una
elecciones autonómicas sino que se organiza como alternativa
política al independentismo. Lo que se daba de forma fragmentaria y
difusa en la sociedad, se traduce en voto y se hace política.
Hace unos meses argumentábamos que la
crisis del bipartidismo era una de las varias expresiones de la
crisis del régimen. No nos equivocábamos. Con Ciudadanos la cosa
cambia, desde el propio régimen, desde los poderes reales, se
fabrica y organiza la expansión de una fuerza política “nueva”,
“joven” y “moderna” capaz de construir una nueva centralidad
en la política española desde un programa de “renovación”
neoliberal de verdad, es decir, conducir la enésima y penúltima
restauración monárquica en España. El triunfo sería realmente
histórico: cerrar por arriba y por la derecha una crisis de régimen
que empezó por abajo y por la izquierda.
Cuando se dice que Sí que es pot y
Podemos han fracasado, lo que se está diciendo realmente es que se
está construyendo una correlación de fuerzas contra el cambio y que
la transformación está siendo sustituida por el transformismo, es
decir, por una operación política dirigida y organizada por la
trama económica, mediática y financiera dominante. Esto es lo que
debería preocuparnos. Llevamos tiempo discutiendo de listas, de
coaliciones, con un movimiento social estancado y sin perspectivas,
sin un proyecto de país alternativo y sin responder eficazmente a
los envites del poder. Llevamos meses a la defensiva, con un goteo de
malas noticias y con la experiencia de Grecia pisándonos los
talones. Ahora no sabemos demasiado bien si lo que estamos vistiendo
es la unidad o a quién culpabilizar de la división. En medio, las
gentes que siguen aspirando a una sociedad más justa e igualitaria,
a construir un futuro para todos y, especialmente, para los jóvenes
condenados a la precariedad, a salarios de pobreza, a la inseguridad
permanente y a la emigración.
¿Esto qué significa? Que los de
abajo, los hombres y mujeres comunes viven ya con el miedo en el
cuerpo. Cuando no hay salida colectiva, el sálvese quien pueda se
impone. La restauración en ciernes puede ganar y duraderamente. Es
esto lo que hoy está en juego en nuestro país. Hay un “plan B”
de las fuerzas del régimen que se está cociendo a fuego lento y
discutiéndose en las covachuelas del poder. Ese plan tiene dos ejes
claves, modificar el sistema electoral en un sentido aún más
mayoritario y reformar la Constitución orientándola hacia la
recentralización político-administrativa, el autoritarismo social y
la defensa de las políticas que vienen de la Unión Europea, es
decir, poner fin a los elementos progresivos de la Constitución
vigente y constitucionalizar formalmente la nueva correlación de
fuerzas organizada por las clases dominantes. Ciudadanos podría
convertirse en el eje de la transformación política en el país;
aparentemente, combatiendo a la casta, a la partidocracia y a la
corrupción y, en la práctica, realizando la otra “revolución
pendiente”: el neoliberalismo hasta el final en íntima alianza con
la troika.
Hemos hablado mucho de gobierno de
coalición PP-PSOE. Con el avance de Ciudadanos la perspectiva
cambia; estos pueden gobernar tanto a derecha como a izquierda,
aliándose bien con el PP, bien con el PSOE, convirtiéndose en la
nueva centralidad política del país. De ahí la enorme importancia
de la reforma de la Constitución con el objetivo explícito de
adaptarla a la UE que, en lo concreto, significa aceptar el papel
periférico y subalterno que se está imponiendo en la Europa alemana
del euro. Para que se me entienda con claridad: un país dependiente,
un protectorado como España, no puede tener un Estado social digno
de ese nombre, no puede tener derechos sociales y sindicales
avanzados y libertades reales para las mayorías sociales.
Ahora que nos estamos jugando la unidad
y que se empieza a interiorizar la derrota, deberíamos volver a la
política en grande y combatir a los que, de nuevo, quieren imponer
el partidismo estrecho y el sectarismo de siempre. Ahora más que
nunca, hay que hacer política, cerrar lo antes posible los debates
de las listas y situar en el centro los problemas de nuestras gentes.
Tenemos dos meses para recuperarnos. El “sí se puede” que
gritamos cada vez que nos juntamos sigue teniendo pueblo y ciudadanía
detrás. Hace falta un proyecto claro y diferenciado que diga quienes
son los enemigos y cómo combatirlos; que denuncie con precisión lo
que significa el programa restaurador neoliberal en curso y que
defienda un proyecto de país alternativo.
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