Se vuelve a discutir en los mentideros de la "villa y corte" de un posible y hasta deseable gobierno de coalición PP-PSOE. ¿Las razones? La incapacidad del gobierno; el agravamiento de la crisis y la creciente contestación social. Más allá, la perceptible separación entre la "clase política" y la ciudadanía, incluido "la madre de todas las alarmas" el Rey y la institución Monárquica.
No es la primera vez que se
defienden posiciones como estas o, más tímidamente, de unos nuevos "Pactos
de la Moncloa", es decir, un gran acuerdo político-social para "salir
de la crisis”. El asunto no parece fácil: de un lado, porque las políticas que
se viene aplicando muestran la radical incompatibilidad entre el capitalismo
que emerge en la crisis y los derechos laborales, sociales y sindicales
de los asalariados. Como recientemente ha dicho el Presidente del BCE, en la
Unión el Estado Social está en proceso de desaparición y es poco o nada lo que
se puede ofrecer a los sindicatos y a los ciudadanía; de otro, porque una
"gran coalición" es siempre la penúltima opción, más allá, no queda
territorio donde retirarse: Grecia aporta muchas enseñanzas. Quizás, lo nuevo
que emerge es que los que realmente mandan empiezan a dudar de la capacidad de
este gobierno para gestionar con cierta eficacia una crisis a la que no se le
ve fondo y, lo que es más grave, donde se están agotando los márgenes de maniobra.
La cuestión del bipartidismo emerge
así con sus límites y contradicciones. sigue leyendo>>
Para que el sistema funcione se debe combinar una acuerdo de fondo en lo básico, tal como lo definen los que mandan, y un imaginario social de disputa y alternancia. Hay un juegopolítica y mediáticamente construido, donde las estridencias, insultos y feroces desavenencias se combina, sin grandes sobresaltos, con los acuerdos, consensos y diversos requerimientos que la coyuntura política impone. El bipartidismo es y ha sido un modo de organizar el sistema político para que los poderes económicos impongan sus dictados a la soberanía popular.
Para que el sistema funcione se debe combinar una acuerdo de fondo en lo básico, tal como lo definen los que mandan, y un imaginario social de disputa y alternancia. Hay un juegopolítica y mediáticamente construido, donde las estridencias, insultos y feroces desavenencias se combina, sin grandes sobresaltos, con los acuerdos, consensos y diversos requerimientos que la coyuntura política impone. El bipartidismo es y ha sido un modo de organizar el sistema político para que los poderes económicos impongan sus dictados a la soberanía popular.
La crisis ha modificado radicalmente
la situación. La alternancia no cambia casi nada y las políticas que realmente
se hacen son similares, las hagan quien las hagan. Conforme avanza la crisis se
va hablando de partidos sistémicos poniendo el acento, no solo en lo mucho que
les une sino en su perdida de centralidad y el peligro que eso supone para el
futuro del Régimen político
El PSOE y el PP -a los que habría
que añadir Convergencia y Unión y al PNV- han compartido y comparten, en primer
lugar, un mismo modelo de política exterior, estrechamente alineada con la administración
Norteamericana y orgánicamente ligada a la defensa de los intereses de
Occidente. No hay que olvidar que una de las últimas decisiones de Zapatero fue
la participación activa de España en el, así llamado,"sistema de defensa
antimisiles" impulsado por los EEUU y ejecutado por la OTAN. Rota se
convertirá en un dispositivo estratégico en el nuevo diseño político-militar
norteamericano en el Mediterráneo, en momentos donde los equilibrios
geopolíticos están cambiando aceleradamente en la zona.
En segundo lugar, ambas fuerzas
están de acuerdo con este tipo de integración europea y ambas han
defendido, sin fisuras, sus orientaciones políticas fundamentales y lo siguen
haciendo hasta hoy. La Unión ha sido instrumento fundamental en el
desmantelamiento del Estado Social y el medio más potente para imponer las
políticas de austeridad y recortes de derechos sociales y sindicales a las
ciudadanas y ciudadanos europeos.
En tercer lugar, PP y PSOE, defienden,
también sin fisuras, el sistema institucional existente y la aplicación
regresiva de la vigente Constitución. Baste para ello tomar nota de la
reciente reforma constitucional, realizada a propuesta del PSOE, o del
posicionamiento de las fuerzas mayoritarias frente a los escándalos y
corrupciones relacionadas con la Monarquía, por no hablar de su oposición real
a efectuar cambios democratizadores en el sistema electoral o crear
dispositivos jurídicos y políticos capaces de combatir eficazmente las causas y
los mecanismo de la corrupción.
En cuarto lugar, ambas fuerzas han
impulsado y defendido hasta sus últimas consecuencias el modelo de crecimiento
económico hoy en crisis y, sobre todo, el patrón de poder al que está asociado.
La supeditación de la entera clase política al dominio del capital
financiero-inmobiliario ha sido una constante en este período y lo ha sido mucho
más después de que este entrara en decadencia, hasta el punto que la gente se
ha dado cuenta que ellos son los que mandan y que el bipartidismo político es
su instrumento privilegiado de dominio.
En quinto lugar, lo fundamental, PP
y PSOE, han apostado y apuestan por una “salida neoliberal a la crisis del
neoliberalismo”. Lo que está haciendo hoy el PP, punto por punto. lo comenzó el
gobierno Zapatero, es más, si se hubiese
producido el” milagro” del triunfo de Rubalcaba las diferencia con Rajoy
serian mínimas. Ambos, como defendí antes de las elecciones, hubiesen
convertido las elecciones en “fundacionales”, es decir, en el inicio de la
transición a un nuevo Régimen político que poco tiene ya
que ver con la Constitución del 78.Esto es realmente lo que estamos viviendo
ahora.
Moraleja: la defensa de la democracia social. de los derechos
sociales fundamentales, de las libertades públicas y de la soberanía popular
nos convierten en “antisistema”. La línea de demarcación es clara: democracia
oligárquica o democracia participativa.
Lo diremos en serio aquí y ahora:
democracia republicana. Lo otro, los partidos sistémicos y sus ocasionales
amigos.
Manolo Monereo Pérez
22 de mayo de 2012