Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Me moriré
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
Gabriel Aresti
Es curioso que hayan sido dos poetas vascos, tres quizás si añado a
Unamuno, los que me han enseñado más sobre España. Me refiero a Blas de Otero y
Gabriel Aresti. Vascos muy diferentes, es cierto, pero miraban a España de una
manera singular, desde un punto de vista que hacían sobresalir rasgos no
siempre perceptibles, y lo hacían a su manera, rotunda y clara.
Txomin Ziluaga también me enseñó a mirar a mi país y lo hizo como lo que
siempre fue, un patriota vasco, internacionalista y solidario, que luchó por la
independencia de su patria. Entre nosotros hubo acuerdos y desacuerdos, pero me
ayudó a comprender el carácter plurinacional de este Estado, las pasiones y
aspiraciones de los hombres y mujeres de Euskal Herria, la dignidad y la
alegría que da la lucha. Fue un militante extremadamente coherente, combatió,
sufrió la tortura, pasó una larga temporada en la cárcel y salió de esa
experiencia más sabio, más rojo, más abertzale. No se rindió nunca.
Las derrotas también llegaron y las vivió con orgullo y con lucidez.
Combinó principios muy sólidos con la modestia de los que saben mucho y vienen
a este mundo a dejar la herencia de un trabajo bien hecho y con honradez.
Sus amigos nos quedamos más solos. Izaskun, te queremos.
Manolo Monereo, a 24 de octubre de 2012