"Entre las peculiaridades más dignas de mención del
temple humano», dice Lotz, «cuenta, a más de tanto egoísmo particular, la
general falta de envidia del presente respecto a su futuro». Esta reflexión nos
lleva a pensar que la imagen de felicidad que albergamos se halla enteramente
teñida por el tiempo en el que de una vez por todas nos ha relegado el decurso
de nuestra existencia. La felicidad que podría despertar nuestra envidia existe
sólo en el aire que hemos respirado, entre los hombres con los que hubiésemos
podido hablar, entre las mujeres que hubiesen podido entregársenos. Con otras
palabras, en la representación de felicidad vibra inalienablemente la de
redención. Y lo mismo ocurre con la representación de pasado, del cual hace la
historia asunto suyo. El pasado lleva consigo un índice temporal mediante el cual queda remitido a la redención. Existe una cita
secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada
generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza
mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta
exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico."
Tesis de filosofía de la historia Walter Benjamin (1940)
Traducción de Jesús Aguirre
Taurus, Madrid, 1973