Por Europa y contra el euro. Conferencia mayo de 2014 |
A estas alturas, sabemos con bastante precisión lo que ha
significado para este país el bipartidismo: modo de organizar el poder para que sigan mandando quienes no se
presentan a las elecciones, es decir, los poderes económicos, auténticos y cada
vez determinantes “señores” de esta limitada y oligárquica democracia. El
bipartidismo limita el pluralismo y cercena las posibilidades para construir
una real y unitaria alternativa a neoliberalismo. El mecanismo funciona siempre
de la misma forma: la derecha económica siempre gobierna, unas veces con la
derecha política y otras veces con una izquierda que no lo es y que impide que
se hagan políticas realmente de izquierdas. Hay alternancia, no hay
alternativa. Es más, parecería que muchas veces la derecha económica prefiere
al PSOE: se divide a la izquierda social
y política y se impide que avance una propuesta alternativa a las políticas
dominantes. Todo ganancias.
Las cuestiones europeas son las más adecuadas para ocultar
las identidades de fondo, los consensos básicos existentes entre los partidos
dinásticos mayoritarios, apoyados, esto
nunca se debe olvidar, por las derechas nacionalistas catalanas y vascas. El
por qué de esto es, hoy, insisto, hoy, fácil de entender. Por su propia
naturaleza las cuestiones relacionadas con la Unión Europeas son cosas de
especialista, expertos, lobistas de diversos y complicados pelajes. Conforme
avanza el proceso de deconstrucción de los Estados sociales nacionales y de la
progresiva concentración de poder en las
instituciones de la Unión ,más se practica el secretismo y los acuerdos “bajo
mesa” a varias bandas: entre los grupos industriales-financieros, los
funcionarios y las fuerzas políticas mayoritarias, con la activa participación,
paradojas del proyecto, de las instituciones económicas internacionales, como
el FMI, firmemente controladas por “el amigo” norteamericano.
Esta crisis ha puesto de manifiesto algo fundamental y que
los pueblos del Sur de la Unión conocen con bastante precisión: el poder
político no reside en la soberanía popular sino en unas instituciones opacas a
la democracia, estrechamente dependientes de los poderes económicos y al
servicio de un proyecto contrario a los intereses mayoritarios de las
poblaciones. Se podría afirmar que estas políticas reaccionarias son posibles
porque las ordenan y mandan las instituciones de la Europa del euro; en cada
uno de los Estados individualmente considerados serian imposibles o
significarían la caída de los gobiernos que las aplicaran. El “chantaje”
europeo funciona, y para que esto ocurra tiene que haber un acuerdo de hierro
entre las fuerzas políticas mayoritarias, es decir, las varias derechas y una
socialdemocracia contraria a las políticas socialdemócratas.
Todo el entramado jurídico- institucional que legitima el
poder omnímodo de eso que se llama la Troika se ha fundamentado hasta sus más
mínimos detalles en un acuerdo estratégico de fondo, entre los grupos de poder
económicos y la clase política bipartidista, es decir, entre la derecha y la
llamada socialdemocracia. Insisto, todas y cada una de las directivas,
resoluciones y tratados que concentraron el poder de decisión en la Troika y
que acordaron un conjunto sistemático de contra-reformas profundamente
contrarias a los intereses mayoritarios de las poblaciones, (en lo que podemos
denominar una descomunal desposesión de patrimonio público, derechos y
libertades de las sociedades y las personas) ,fueron decididas y
ejecutadas por la derecha y los
socialistas.
No hay que irse demasiado lejos en el tiempo. Bastará partir
del vigente Tratado de Lisboa de diciembre del 2007, y sobre todo, el Tratado
de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza (TECG) y el Tratado Constitutivo del
Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ambos del 2012 y que significaron, en
la practica y en la teoría, la radicalización neoliberal de los anteriores
tratados y , lo que es mucho más grave, la legalización de un Estado de
Excepción que deviene en permanente.
Los datos básicos de estos tratados no deberían olvidarse,
señalan un punto de no retorno de una socialdemocracia que deja definitivamente
de serlo y se convierte en aliado estratégico de la derecha económica para
liquidar derechos sociales, sindicales y laborales y poner fin al Estado
Social. Estos tratados, en síntesis imponen a cada uno de los estados, y a la
soberanía popular, un conjunto de reglas “permanentes” y “obligatorias”, entre
ellas las siguientes:
a) Los
presupuestos deberán estar equilibrados, o con superávit. Esta regla, se
considerará respetada si el déficit estructural no supera el 0,5% del PIB
b) Todos los
Estados deben de introducir en su constitución esta regla de oro, y establecer
mecanismos de corrección automáticos.
c) Cuando los
Estados no cumplen los criterios antes anunciados se someten a un Procedimiento
de Déficit Excesivo, teniendo que presentar un conjunto de programa de reformas
estructurales a la Comisión y al Consejo que lo aprobaran en su caso y
harán seguimiento riguroso de su puesta en marcha.
d) Se establecen
un conjunto de sanciones casi automáticas para todos los países que incumplan
las reglas establecidas
e) En quinto
lugar la comisión europea y el tribunal de justicia de la UE, refuerzan
considerablemente su papel como garantes de que las reglas neoliberales se
cumplen a rajatabla.
Resulta cuando menos indecente que el PSOE y sus
representantes vengan a estas alturas a
hablar de la Europa social o de la lucha contra el “austericidio”, cuando ellos
están por delante y por detrás tanto en el Parlamento Europeo como en el
Parlamento español de los Tratados que consagran u constitucionalizan las
políticas neoliberales. O mejor dicho el llamado ordoliberalismo alemán. El
PSOE en estas cuestiones ha sido un adelantado y no un sufridor paciente. Hay que
recordar, la memoria es clave en época electoral, que la única reforma
sustancial de nuestra inmaculada Constitución del 78 se realizó precisamente
para asegurar la máxima jerarquía jurídica estas reglas neoliberales y que las
propuso un gobierno del PSOE.
El asunto llega ya al ridículo cuando la propuesta de los
socialistas europeos para presidir la Comisión es nada mas y nada menos que
Martin Schulz destacado dirigente del partido socialdemócrata alemán, principal
aliado gubernamental de la Sra. Merkel. El ridículo se convierte en tragedia
cuando estos destacados “socialdemócratas” terminan gobernando( después de
“durísimas” campañas electorales contra la derecha y las “suicidas” políticas
ordoliberales ) como Francois Hollande, para finalmente hacer lo que la derecha
de Sarkozy no fue capaz de llevar a cabo. ¿Alguien puede extrañarse de que en
un contexto así definido la extrema derecha y los populismos de derechas
crezcan y se desarrollen?