lunes, 19 de julio de 2010

domingo, 18 de julio de 2010

Para que la Izquierda tenga futuro



1.- Para comenzar, dos afirmaciones que, creo, clarifican mucho el panorama político-cultural: una, la socialdemocracia realmente existente no solo no defiende programas socialdemócratas sino que se ha convertido en la variante de “izquierda” del proyecto neoliberal; otra, es la “izquierda de la izquierda” la que, hoy por hoy, defiende propuestas sociales y democráticas.

Lo que hay detrás de todo esto, lo sabemos todos, es que la correlación de fuerzas se ha hecho abiertamente favorable a los poderes económicos y que, derivadamente, las fuerzas del trabajo y del movimiento obrero organizado han perdido peso social, capacidad para organizar y movilizar. En el fondo, también lo sabemos, la (contra)revolución neoliberal, que ha conseguido derrotar los tres grandes proyectos-movimientos que habían actuado de contrapeso al capitalismo histórico: la izquierda política y sindical europea, los movimientos desarrollistas y nacional-populares y el llamado socialismo real.

Como toda revolución, el neoliberalismo ha cambiado duraderamente las relaciones entre el poder económico y el poder político, ha desarticulado social y políticamente a las clases trabajadoras y, es lo fundamental, ha conseguido hacer desaparecer del imaginario colectivo de las clases subalternas la idea de la revolución (en cualquiera de sus acepciones), de la superación socialista de la sociedad capitalista.

La derrota de la izquierda sindical y política en nuestro continente no hubiese sido posible, sin el consenso en torno al modo específico de integración europea (porque había y hay otras). Este ha conseguido: 1) desmantelar la soberanía económica de los Estados y transferirla a órganos sin control democrático y en permanente alianza con los poderes económicos y financieros; 2) constitucionalizar las políticas neoliberales al servicio de la construcción de un gran mercado donde la competencia sea libre y no falseada; 3) agravar la crisis de la política: la democracia, es decir, los hombres y mujeres comunes y corrientes han perdido poder, las decisiones fundamentales se toman al margen de la soberanía popular y se organiza sistemáticamente la subordinación de la política a los intereses de los poderes económicos; 4) De hecho (sin proceso constituyente) existe una “constitución material” superior y definitoria sobre la vigente en nuestro país en todo lo referente a la llamada “constitución económica” y a la llamada ”constitución del trabajo. Seguir hablando en estas condiciones de Estado social ofende a las palabras y a la decencia.

La defensa de los derechos sociales y económicos de los trabajadores y la reconstrucción de los vínculos entre la política y la sociedad van a estar directamente determinado por la capacidad de la izquierda para refundarse, es decir, por reencontrarse, desde abajo y desde la izquierda, con las clases subalternas y, específicamente, con las nuevas generaciones. Esto exigirá, entre otras cosas:

1º. Definir bien la fase. No hay que engañar ni engañarse; estamos ante una crisis profunda del capitalismo en el marco de “una gran transición geopolítica” y en medio de una crisis ecológico social de grandes dimensiones. Esta crisis va a durar mucho tiempo y apenas estamos en sus comienzos. Lo fundamental: el capitalismo finaciarizado en crisis es incompatible con los derechos sociales y sindicales de las clases trabajadoras y esto es importante con los valores u cultura de la izquierda.

2º. Refundar Europa. La Europa del euro, tal como está configurada, está en una crisis profunda: o avanza hacia una forma de Estado (en cualquiera de sus acepciones) o terminará disolviéndose en la crisis. El proyecto neoliberal europeo no da más de sí y exige de una refundación que dé poderes reales a los ciudadanos y ciudadanas, que gobierne la economía y que garantice la satisfacción de las necesidades básicas de las personas.

3º. La vuelta a los principios socialistas. El ideario socialista, basado en ideas fuertes de igualdad, autogobierno y comunidad, sigue siendo el fundamento de una práctica política alternativa a o existente. Hay que reconstruir los imaginarios colectivos y argumentar válidamente la deseabilidad y la factibilidad de la superación socialista del capitalismo.

4º. Un programa de izquierdas. Hoy más que nunca es necesario pasar a la ofensiva y demostrar que no estamos condenados a escoger permanentemente entre neoliberalismo y neoliberalismo. Es posible otra política y eso exige, sobre todo, coraje y decisión. Lo primero, definiendo bien el enemigo: la oligarquía financiera y la dictadura de los mercados y, lo segundo, organizar un conjunto de de ideas-fuerza capaces de mover la razón, el sentimiento y la imaginación rebelde.

5º.-Refundar la política. La democracia se defiende y se desarrolla desde el conflicto social y la implicación colectiva de las poblaciones: esta es la gran experiencia europea y su gran singularidad .La condición previa de todo es la política como ética de lo colectivo y como autogobierno de las poblaciones, es decir, la democracia como poder de los ciudadanas y ciudadanas y como el gobiernos de los políticos. Así de simple: o desarrollamos una democracia participativa y económica o esta, la democracia, se convertirá en una pura técnica de selección de élites gobernantes y eso es incompatible con la transformación social y la justicia, o sea incompatible con la izquierda: la norteamericación de la vida pública europea.

Manolo Monereo

Madrid a 14 de Junio del 2010.

jueves, 8 de julio de 2010

“Vivimos en una democracia oligárquica, en manos de los mercados




En la presentación de la asociación “Socialismo 21”, Manuel Monereo apostó por “superar la resignación y la apatía, y volver a los ideales”

Enric Llopis
Rebelión


Politólogo, abogado laboralista y militante del PCE e IU, Manuel Monereo es uno de los impulsores de la Asociación Socialismo 21, una asociación político-cultural presentada esta semana públicamente en Valencia, que pretende contribuir a la refundación de la izquierda “desde una perspectiva anticapitalista y con una voluntad socialista”. Durante la conferencia celebrada en Valencia, Monereo señaló “el punto central que debemos explicar: cómo el capitalismo fracasa mientras la izquierda se hunde”, en palabras de una viñeta de El Roto. “Todo ello en el contexto de una democracia oligárquica, en la que la soberanía está secuestrada por los mercados”.

A juicio de Monereo, “una minoría que no se presenta a las elecciones –el capital financiero- detenta un poder que ha arrebatado a los estados; además, hoy Europa significa la hegemonía de Alemania y el Banco Central Europeo, instancias a las que se ha transferido la soberanía popular”.

“La consecuencia de todo ello es una democracia sin tensión y sin conflicto, sin pasión por transformar la sociedad, que se reduce a elegir entre qué facción de las clases dominantes va a someternos”, ha añadido el politólogo andaluz.

En todo ello desempeñan un papel central los denominados “mercados”, que el militante comunista explica del siguiente modo: “Tratan de aplicar un ajuste duro, porque dicen que España se ha endeudado. Sin embargo, no se trata de deuda pública sino fundamentalmente privada, la contraída por los bancos españoles con la banca alemana y francesa. A que las clases populares paguen, por tanto, las deudas de Botín y Francisco González, es a lo que se llama los mercados”.

Además, “la democracia se ha convertido hoy en una mera anécdota; de hecho, la política la hace gente que no se presenta a las elecciones, controla los medios de comunicación y financia a los partidos; por tanto, el poder económico domina al político, que funciona de acuerdo con las directrices del primero. Esto también son los mercados”.

Ante esta situación, ha añadido Monereo es urgente “recuperar la lucha de clases; las élites la practican todos los días; los únicos que no creen en ella son los trabajadores”. Para ello, hay que tener claros tres principios: “Saber en qué mundo vivimos y que la crisis durará al menos entre 13 y 15 años; volver a los ideales, algo que nos sirve para criticar lo existente y proponer alternativas; y, por último, superar la resignación y la apatía; para ello, hemos de recordar constantemente nuestras conquistas y a nuestros muertos”.

De hecho, “la democracia es un fenómeno de hace dos días, producto de una lucha cruenta desarrollada por el movimiento obrero y por la izquierda; por ejemplo, en Grecia no votaban las mujeres ni los esclavos; cuando empieza la Primera Guerra Mundial sólo había sufragio universal en tres países y, hasta 1971, las mujeres no tuvieron derecho al voto en Suiza. Hay que recordar, así pues, que la historia de la democracia es la de la lucha de los hombres y mujeres que pretendían construir una sociedad distinta y el socialismo”.

Este proceso de luchas históricas nada tiene que ver, como quieren Jiménez Losantos y otros opinadores de parecido pelaje, con el liberalismo. “Los liberales nunca fueron demócratas; al contrario, casi siempre defendieron posiciones antidemocráticas, es decir, censitarias. Podían participar en política sólo aquéllos que tenían medios y dinero”, explica Monereo.

El contexto en el que nos situamos hoy es el de una “gigantesca derrota de la izquierda”, ha afirmado Manuel Monereo. Entre la década de los 70 y los 90 han caído los grandes frenos a la expansión capitalista: la izquierda y la clase obrera; los Movimientos de Liberación Nacional (por ejemplo, la guerra del Vietnam) y la URSS y el campo socialista. Es el proceso conocido como “Neoliberalismo”, en el cual se ubica el presente que vivimos, caracterizado por la restauración de la hegemonía del capital frente al trabajo.

Puestos a buscar ejemplos de qué hacer, Manuel Monereo se fija en América Latina. “Lo que allí está ocurriendo es la lucha popular por revertir el neoliberalismo, que comienza a implantarse en 1973 a raíz del golpe militar que derrota a Allende; El mensaje que se nos transmite desde América Latina es que cuando el pueblo se organiza y lucha puede conquistar derechos políticos y sociales”

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.