viernes, 27 de marzo de 2015

Después de las elecciones andaluzas: la restauración ya comenzó


Hay que insistir una y otra vez en que la clave siempre está, y en estos momentos históricos mucho más, en saber cómo mandan los que no se presentan a las elecciones. La cuestión básica, a mi juicio, es saber “leer e interpretar la fase”: lucha denodada, sistemática y sin cuartel entre pasado y futuro, continuidad y cambio, restauración dinástica-oligárquica o ruptura democrático-plebeya. Todo lo demás, creo, debe leerse en el marco de este conflicto de clase y, sobre todo, de poder, incluidas las elecciones andaluzas.

La política es un arte y la estrategia, su instrumento principal. Susana Díaz, la Presidenta de la Junta de Andalucía, cuando convocó anticipadamente las elecciones andaluzas sabía lo que hacía: situar “a contrapié” a Podemos, destrozar al PP y quitarse de en medio a una díscola IUCA dirigida por Antonio Maillo, alguien que no era de los suyos. Todo el mundo estaba de acuerdo en esto y las elecciones le han dado la razón. Hasta aquí, todo normal, todo previsible. Hay que ir más allá.

¿Qué es lo específico y qué es lo general de las elecciones andaluzas? Deberíamos centrarnos en esto. La jefa de Andalucía es “orgánica del poder”, es decir, tiene conciencia de Estado: hay que defender al régimen y oponerse con todas las fuerzas a la ruptura democrática. El instrumento debe ser el PSOE y ella, la dirigente, la que decide. Es su misión histórica, defender a la clase política, al bipartidismo y, sobre todo y más, a los grupos del poder, a los que mandan y no se presentan a las elecciones. Ella lo sabe bien, mejor que nadie; es aparato, “purito” aparato. El rey es la clave porque asegura la estabilidad del poder y que todo siga como debe ser, igual, es decir, que los Botín sigan mandando.

El verdadero partido del régimen es el PSOE, Felipe González se lo enseñó. El PP es demasiado derecha, demasiado comprometida con las clases parasitarias y clasistas. El PSOE es “moderno” y abierto al mundo. Ellos saben hacerlo, es decir, encontrar el “centro de gravedad” donde se hace posible que las clases subalternas (los asalariados y asalariadas; los trabajadores y trabajadoras) acepten que los que mandan deben seguir mandando. No es fácil, pero ellos saben el secreto. Si les dejan, si confían en ellos, si los apoyan y los financian abundantemente, demostrarán que son capaces de defenderlos mejor que nadie, mejor que el PP de Rajoy. Esta es la batalla que Susana Díaz ha ganado en Andalucía. La duda es si Pedro Sánchez será capaz; pero si no lo es, ella siempre estará ahí asegurando la línea de defensa última y la gobernabilidad del sistema.

En Andalucía ellos son un régimen, es decir, la cristalización de una estructura de poder, un formidable dispositivo político, organizado, estructurado y legitimado por más de treinta años de ejercicio sistemático de dominio sobre la cosa pública. En unos años hemos visto cómo el PSOE pasa de ser un partido andaluz, el principal si se quiere, al Partido de Andalucía. La clave es una inmensa capacidad para neutralizar el conflicto social. Los ERE son eso, medios, instrumentos para desactivar la relación entre lucha social y política, conflicto y poder en Andalucía. La sociedad civil ha sido reorganizada desde las instituciones e integrada. Se practica un juego donde la discriminación y cooptación de las diversas y singulares oposiciones (sociales, culturales, políticas) son sabiamente dosificadas. SEGUIR LEYENDO ->

miércoles, 18 de marzo de 2015

La Grecia de Syriza: ¿podemos aplicar políticas sociales y democráticas en la zona euro

Una de las paradojas del presente es que, para ser realmente reformista, hacefalta ser revolucionario. Para decirlo de otra forma, el capitalismo financiarizado neoliberal tiene tal fuerza organizada que hace extremadamente difícil cualquier intento para reformarlo aunque sea moderadamente. Esto tiene, al menos, una doble consecuencia: permite ampliar enormemente el marco de alianzas para políticas nacional-populares pero (este pero tiene cierta importancia) haceextremadamente difícil aplicar desde el gobierno políticas que recuperen derechos sociales perdidos, fomenten y amplíen las políticas de bienestar y, sobre todo, construyan modelos productivos social y ecológicamente viables.
Esto se ha puesto de manifiesto con la llegada de Syriza al gobierno de Grecia. La discusión fuera y dentro del país heleno está siendo muy fuerte y, como suele ocurrir, controvertida. El acuerdo recientemente suscrito por las instituciones de la Unión Europea y el gobierno griego ha sido calificado de triunfo por Tsipras y criticado, con argumentos de peso, por una parte de la propia organización de la izquierda griega. El debate tiene aspectos técnicos relevantes y siempre se acaba en aquello de si el vaso está realmente medio lleno o medio vacío.  Leer mas -->